La presencia de Kristen Stewart teje las dos últimas películas de Oliver Assayas. Con ella, el cineasta francés conforma un díptico del que caben apuntar simetrías y reflejos. En ellas, con ellas, Kristen Stewart transforma a la desganada protagonista del gotic-pop juvenil de Crepúsculo, en una actriz de presencia clásica y recursos poliédricos.
Como Sospechosos habituales, El caso Sloane posee una estructura ósea robusta, ajustada al milímetro, afilada con precisión. O sea, su guión, ahí donde nacen las películas, se muestra satisfecho y seguro de su pegada. Sabe que crece sobre un artificio, pero se siente legitimado porque hay ritmo, fuerza y una calculada ambigüedad que provoca desconcierto en el público.
Hace casi veinte años, un Fatih Akin a medio camino entre la insolencia y el desconcierto presentó su primer largometraje, Corto y con filo. Representaba con su pasaporte alemán y su AFN turco, la eclosión de una nueva generación de hijos de emigrantes.