Si aborrecen las películas de superhéroes; si no aprecian ninguna diferencia sustancial entre el Batman de Tim Burton con respecto al de Christopher Nolan; si se considera como ganga tanto el Iron Man de Jon Favreau como el Daredevil protagonizado por Ben Affleck, nada tienen que hacer viendo esta película.

Aunque al comienzo de este testimonio fílmico, en una entrevista grabada en 1991, Chavela Vargas diga que lo importante es el futuro, que el pasado poco o nada importa, las documentalistas Catherine Gund y Daresha Kyi no hacen sino bucear en el origen de la incontrolable Vargas para construir su historia.

Cuando la muerte empezó a fijarse en Franco, Portugal se enfrentaba a la pesadilla de guerrear para mantener sus propiedades coloniales en Angola. Aquel conflicto trajo una revolución y liberó a Portugal. En aquellas batallas sin honor ni sentido, Antonio Lobo Antunes escribía arrebatadas cartas de amor para acompañar el embarazo de su mujer, a cientos de kilómetros de distancia.

Francesa nacida en Argelia, Nicole Garcia ha cumplido 71 años; es actriz, guionista y directora con una extensa carrera. Pese a ello, el hecho de que hasta ahora apenas sea (re)conocida fuera de su país, con un currículum más atractivo que el de muchas luminarias de hojalata, pone el dedo acusador sobre la invisibilización de las mujeres en la industria audiovisual.

A esta nueva versión de La Momia le encaja bien el “utrimque roditur” del Príncipe de Viana. Es decir, le caen palos a discreción. No hay crítica -salvo excepciones contadas- que no la corroa. Los nostálgicos del cine clásico porque para ellos, el cine acabó con la jubilación de Billy Wilder.

American pastoral (1997) es la primera obra de una trilogía contemporánea ya convertida en clásica. Con ella, su autor ganó el Pulitzer de ese año. Posteriormente la premiada novela conformó junto a Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000) un desolador fresco sobre el desmoronamiento del gran mito de la América de las libertades.

En su traducción al español, este filme de presupuesto flaco y alcance largo, ha mutado el sentido de su título. De “Sal” o cualquier otro sinónimo que implique el “consejo” imperativo de huir; se ha pasado a “Déjame salir”. Es decir, se produce un giro sustancial que va de la orden al ruego, del mando al por favor, del aviso de un observador activo a la súplica de un atrapado apesadumbrado.

En Wilson concurren demasiadas excentricidades para ser definida como una comedia típica. Parafraseando a Borges cuando escribía que el sueño es el género; la pesadilla, la especie, cabría decir que Wilson es una comedia raruna, pero de la especie del puro delirio que muerde y destroza lo real.