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La vida después de Robocop
Título Original: CHAPPIE Dirección: Neill Blomkamp Guión: Neill Blomkamp y Terri Tatchell Intérpretes: Sharlto Copley, Dev Patel, Hugh Jackman y Sigourney Weaver Nacionalidad: EE.UU. 2015 Duración: 120 minutos ESTRENO: Marzo 2015
La carrera cinematográfica de Neill Blomkamp, cineasta sudafricano nacionalizado en Canadá, tuvo un arranque fulgurante apoyado por el mismísimo Peter Jackson: District 9. La segunda entrega fue una profunda decepción: Elysium. Sabedor de que su crédito podía apagarse por completo, Neill Blomkamp con su tercera película, Chappie, ha buscado refugio en sí mismo y en un referente del que toma prestado mucho más que un cierto parecido: Paul Verhoeven.
Chappie posee casi todo lo necesario para haberse convertido en una película inolvidable. En su interior arde un puñado de magníficas ocurrencias. Con el faro de Robocop como guía, Blomkamp da una vuelta de tuerca. Si en el filme del autor de Starship Troopers, un policía moribundo se convertía en un robot indestructible; aquí, un robot deconstruido, se convierte en un ser pensante gracias a un salto sin red en el aire de la inteligencia artificial. El nuevo ser, un cuerpo de titanio y cerebro de bebé, deberá aprender a desarrollar su propia psicología. En ese terreno de las ocurrencias ingeniosas, Blomkamp evidencia lo que prometió en District 9; que estamos ante un pura sangre de lo fantástico. El background del que Blomkamp hace gala es inagotable. Como Jackson y como Del Toro, este cineasta que aquí repite los escenarios de su primer largo, posee piel de freakie y despensa de aficionado al cómic. Como buen consumidor de tebeos, en su recámara hay capacidad de crear personajes e hipótesis llenos de posibilidades narrativas.
Su final da tantas pruebas de ello como obvia es su deuda con el universo del manga. Pero ya se ha dicho, su mayor hipoteca no viene de Tokio sino de Holanda, del autor de Desafío Total. Y más en concreto, de su faceta más gamberra. El problema es que Blomkamp, que se mueve bien en el campo de los sentimientos, no logra dar con la melodía humorística que cohesione su filme. Sin armonía, los personajes se descomponen, los chistes no hacen gracia, sus perfiles son increíbles y sus angustias nada importan. Ahora bien, ¡cuantas buenas ideas había en Chappie y qué pena que se nadie sepa insuflarles algún sentido!
Chappie posee casi todo lo necesario para haberse convertido en una película inolvidable. En su interior arde un puñado de magníficas ocurrencias. Con el faro de Robocop como guía, Blomkamp da una vuelta de tuerca. Si en el filme del autor de Starship Troopers, un policía moribundo se convertía en un robot indestructible; aquí, un robot deconstruido, se convierte en un ser pensante gracias a un salto sin red en el aire de la inteligencia artificial. El nuevo ser, un cuerpo de titanio y cerebro de bebé, deberá aprender a desarrollar su propia psicología. En ese terreno de las ocurrencias ingeniosas, Blomkamp evidencia lo que prometió en District 9; que estamos ante un pura sangre de lo fantástico. El background del que Blomkamp hace gala es inagotable. Como Jackson y como Del Toro, este cineasta que aquí repite los escenarios de su primer largo, posee piel de freakie y despensa de aficionado al cómic. Como buen consumidor de tebeos, en su recámara hay capacidad de crear personajes e hipótesis llenos de posibilidades narrativas.
Su final da tantas pruebas de ello como obvia es su deuda con el universo del manga. Pero ya se ha dicho, su mayor hipoteca no viene de Tokio sino de Holanda, del autor de Desafío Total. Y más en concreto, de su faceta más gamberra. El problema es que Blomkamp, que se mueve bien en el campo de los sentimientos, no logra dar con la melodía humorística que cohesione su filme. Sin armonía, los personajes se descomponen, los chistes no hacen gracia, sus perfiles son increíbles y sus angustias nada importan. Ahora bien, ¡cuantas buenas ideas había en Chappie y qué pena que se nadie sepa insuflarles algún sentido!