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Dos hermanas, un misterio
Título Original: MUSARAÑAS Dirección: Juanfer Andrés y Esteban Roel Guión: Juanfer Andrés y Sofía Cuenca Intérpretes: Macarena Gómez, Luis Tosar, Hugo Silva, Nadia de Santiago, Gracia Olavo, Silvia Alonso, Asier Etxeandia y Joseán Pérez País: España. 2014 Duración: 91 ESTRENO: Diciembre 2014
Resulta resbaladizo y difícil imaginar qué lugar ocupará dentro de unos años en el panorama de nuestro cine un director como Álex de la Iglesia, cuya obra, al menos la realizada hasta ahora, parece moverse feliz en una montaña rusa capaz de convocar algunas de las mejores secuencias nunca filmadas por directores de nuestro entorno, junto a decepcionantes (re)soluciones rotas por urgencias inexplicables o malogradas por no poder mantener el brillante horizonte que se marca en sus despegues.
Desde la temprana Acción mutante, e incluso, desde sus primeros cortometrajes, de la Iglesia, a diferencia de otros realizadores cercanos, no ha dado síntomas de rendición, ni de cansancio. Al contrario, su naturaleza le precede y los gustos en los que se formó su acervo narrativo, el mundo del cómic underground, el cine de género de sangre y miedo y el malditismo de la escena del rock canalla, fueron y siguen siendo tan seminales para Álex de la Iglesia como lo pudieron ser para gentes como Peter Jackson y Guillermo del Toro, por citar dos referencias con las que el cineasta bilbaíno podría emparentarse por muchos y fundados motivos.
Si hace escasas semanas se editaba su segunda novela, un ajuste de cuentas con su pasado comiquero; ahora se estrena ésta su primera película como productor al frente de un filme dirigido al alimón por Juanfer Andrés y Esteban Roel; un prometedor equipo. A la vista de su argumento, se comprende qué le gustó y por qué Álex decidió apoyar decididamente este filme de terror, que se mueve entre dos planos muy distintos.
Musarañas arranca en un tiempo oscuro y en una situación de desamparo. Años cincuenta, un país, el nuestro, hecho de posguerra, machismo, represión sexual y miseria. Sus protagonistas parecen salir directamente del bosque de los cuentos más terribles. Dos hermanas conviven en una atmósfera de misterio y silencios. Una madre muerta, al parecer como consecuencia del nacimiento de la hermana pequeña, y un padre desaparecido, no han hecho fácil la relación entre las hermanas ni su convivencia con el resto del mundo. Se respira un secreto, se presiente una amenaza, se sabe que el espectador está a bordo de un carrusel en el que cada vuelta significará un peldaño más en una ascensión hacia el descubrimiento de una semilla infernal, la que mantiene a las hermanas unidas, la que esconde un enigma sobre el que gira todo lo que Juanfer Andrés y Esteban Roel tejen en una telaraña en cuyos nudos cabe adivinar precedentes ilustres.
Como garantiza la presencia en la sombra de Álex de la Iglesia, más allá de la precisión de sus engranajes, su concurso garantiza que se parte de buenos modelos. De Stephen King a Narciso Ibáñez Serrador, del terror de la Universal al infierno del cuento gótico; del humor negro al combate contra el clericalismo de culpa, resignación y pecado. Entre padrenuestros de horror y zurcidos de gran guiñol, Musarañas se comporta como lo hacen las películas de su productor; como una mezcla de aciertos rotos, en buena medida por la falta del sentido de equilibrio. Da igual, desproporcionada e hiperbólica, Musarañas llega a su fin con las descargas eléctricas que le confiere su reparto actoral, extremo, entregado, delirante, y el retruécano de un argumento que hasta el último cartucho mantiene la fe en la fuerza del suspense, en la redención del último dato escondido que dé sentido total a su argumento.
Desde la temprana Acción mutante, e incluso, desde sus primeros cortometrajes, de la Iglesia, a diferencia de otros realizadores cercanos, no ha dado síntomas de rendición, ni de cansancio. Al contrario, su naturaleza le precede y los gustos en los que se formó su acervo narrativo, el mundo del cómic underground, el cine de género de sangre y miedo y el malditismo de la escena del rock canalla, fueron y siguen siendo tan seminales para Álex de la Iglesia como lo pudieron ser para gentes como Peter Jackson y Guillermo del Toro, por citar dos referencias con las que el cineasta bilbaíno podría emparentarse por muchos y fundados motivos.
Si hace escasas semanas se editaba su segunda novela, un ajuste de cuentas con su pasado comiquero; ahora se estrena ésta su primera película como productor al frente de un filme dirigido al alimón por Juanfer Andrés y Esteban Roel; un prometedor equipo. A la vista de su argumento, se comprende qué le gustó y por qué Álex decidió apoyar decididamente este filme de terror, que se mueve entre dos planos muy distintos.
Musarañas arranca en un tiempo oscuro y en una situación de desamparo. Años cincuenta, un país, el nuestro, hecho de posguerra, machismo, represión sexual y miseria. Sus protagonistas parecen salir directamente del bosque de los cuentos más terribles. Dos hermanas conviven en una atmósfera de misterio y silencios. Una madre muerta, al parecer como consecuencia del nacimiento de la hermana pequeña, y un padre desaparecido, no han hecho fácil la relación entre las hermanas ni su convivencia con el resto del mundo. Se respira un secreto, se presiente una amenaza, se sabe que el espectador está a bordo de un carrusel en el que cada vuelta significará un peldaño más en una ascensión hacia el descubrimiento de una semilla infernal, la que mantiene a las hermanas unidas, la que esconde un enigma sobre el que gira todo lo que Juanfer Andrés y Esteban Roel tejen en una telaraña en cuyos nudos cabe adivinar precedentes ilustres.
Como garantiza la presencia en la sombra de Álex de la Iglesia, más allá de la precisión de sus engranajes, su concurso garantiza que se parte de buenos modelos. De Stephen King a Narciso Ibáñez Serrador, del terror de la Universal al infierno del cuento gótico; del humor negro al combate contra el clericalismo de culpa, resignación y pecado. Entre padrenuestros de horror y zurcidos de gran guiñol, Musarañas se comporta como lo hacen las películas de su productor; como una mezcla de aciertos rotos, en buena medida por la falta del sentido de equilibrio. Da igual, desproporcionada e hiperbólica, Musarañas llega a su fin con las descargas eléctricas que le confiere su reparto actoral, extremo, entregado, delirante, y el retruécano de un argumento que hasta el último cartucho mantiene la fe en la fuerza del suspense, en la redención del último dato escondido que dé sentido total a su argumento.