Cuando un jurado tiende a acumular los premios de un palmarés eso suele significar o bien que la urdimbre de las películas que acaparan las distinciones roza la excelencia, o que la calidad de sus competidoras no daba para mucho. ¿Qué ha ocurrido en esta ocasión donde la lluvia de premios no ha practicado la pedrea ni los premios han sido compartidos?

Con la actitud de quien tiene todo el pescado vendido y a sabiendas de que en la gala de clausura predomina un público “invitado” tan atento a ver como a ser visto; el filme del broche de oro suele estar más del lado del aparentar que del ser, busca más gustar que gustarse y desde luego se hace evidente que entre ganar el aplauso fácil y provocar el desconcierto, siempre se queda con lo primero.