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Más infantil, menos originario
Título Original: THE AMAZING SPIDER-MAN 2: RISE OF ELECTRO Dirección: Marc Webb Guión: Alex Kurtzman, Roberto Orci y Jeff Pinkne a partir de la creación de Steve Ditko y Stan Lee Intérpretes: Andrew Garfield, Emma Stone, Jamie Foxx, Dane DeHaan y Paul Giamatti Nacionalidad: EE.UU. 2014 Duración: 142 minutos ESTRENO: Abril 2014
El próximo 14 de junio, Steve Ditko cumplirá 87 años. Vive como una sombra en un apartamento de Manhattan. Recibe pocas visitas y casi nadie le reconocería si se lo cruzasen por una de las calles altas de Nueva York. A él, eso no le preocupa. Él dibuja, dibuja sin parar. Se autoproduce un fanzine de corta tirada que vende a precio de saldo sólo en algunas librerías especializadas. Aunque sus trazos han perdido rotundidad, un buen aficionado reconocería inmediatamente que en esos dibujos late la esencia del Spiderman primigenio, el que estuvo en el origen de uno de los actuales filones de oro de una Marvel enriquecida. Quien ahora se forra es Stan Lee. A Ditko no le preocupa. Ditko siempre ha sido un outsider. Un beatnik influido por Ayn Rand, la pensadora y escritora de origen ruso, autora de El manantial y divulgadora de un sistema filosófico llamado objetivismo.
Basado en Aristóteles, y con la lógica como divisa, antisocialista y antirreligioso, el objetivismo empapó la visión de la vida de Ditko y, en consecuencia, anidaba en el ADN de Spiderman. Viene esto a cuento de que con la versión de Marc Webb, apadrinada y bendecida por un Stan Lee que hace cameos cada vez que se le deja, se afirma que en ella hay más fidelidad al origen que en la trilogía de Sam Raimi.
Falso. No hay rastro alguno del concepto anarcocapitalista que practicaba Ditko y que inseminó en Spiderman. Lo que sí hay es una frivolidad preocupante que convierte a Peter Parker en un insensato burlón caricatura de lo que nació como un dibujo de papel en 1962. Cierto que desde entonces, el personaje ha pasado por tantos dibujantes y guionistas que hablar de una personalidad definida y definible es arriesgado. Lo que no lo es tanto, es afirmar que Marc Webb, de quien se espera al menos otras dos nuevas entregas, ha decidido optar por una línea más blanda que clara, lejos de la última, más densa y discutible, entrega de Raimi. El resultado ofrece un brillante acabado, una pirotecnia apabullante y una simpleza demoledora. No obstante, hay un par de excelentes secuencias para el recuerdo y un anodino Spiderman para olvidar.