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El arte de la guerra del Arte

Título Original: THE MONUMENTS MEN Dirección: George Clooney  Guión:  George Clooney y Grant Heslov  Intérpretes: George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin, Bob Balaban, Hugh Bonneville y  Cate Blanchett   Nacionalidad: EE.UU. 2014     Duración:  118 minutos ESTRENO: Febrero 2014

Hacia la mitad de Monuments men, cuando ya no hay esperanza alguna de que la película alce el vuelo, George Clooney, director y actor protagonista, hace decir a su personaje: “Además de guapo, también soy manitas”. De modo inconsciente, Clooney traspasa la ficción a la realidad para declarar así la naturaleza de su quinta película como director: una insulsa frivolidad. Así lo entendió la crítica alemana cuando, en el pasado festival de Berlín, mostró su enfado ante un producto menor, un filme intrascendente, no porque su género sea el de la comedia de aventuras sino porque ha sido concebida desde la más profunda de las simplezas. Hace unos años, Soderbergh, cineasta que sin duda ha enseñado a Clooney muchas cosas del oficio, cuando encaró el imposible remake del Solaris de Tarkovski, señaló el camino que acompaña al riesgo excesivo, “si el público no la acepta -afirmó entonces-, siempre podremos hacer Ocean´s twelve”. Pese a que su versión fue estimable, Soderberg y Clooney afrontaron, por la pasta, dos nuevas entregas de Ocean´s, ambas inferiores a la primera pero ambas con suculentas ventas de entradas. La ley del mercado. ¿Lo que el público manda?
Tras exhibir buenas condiciones en su debut con Confesiones de una mente peligrosa (2002) y excelentes resultados y altas ambiciones con Buenas noches, y buena suerte (2005), Clooney evidenció complacencia y debilidad con Ella es el partido (2008). Un tropiezo menor que Los idus de marzo (2011) parecía rehabilitar. Así que Monuments men, la historia de un grupo de soldados norteamericanos que en la segunda guerra mundial ponen freno al delirio nazi al tratar de salvar las obras de Arte de la humanidad amenazadas por la avaricia de Hitler, podía haber sido una suerte de Malditos bastardos en clave de Bellas Artes en medio del horror de la guerra. Pero lo que en Tarantino era insolencia y rotundidad, en Clooney se hace edulcoramiento y banalidad. Carente de tensión dramática, incapaz de soldar los diferentes hilos narrativos y de rehacer la estructura rota de su relato, Clooney hace añorar a Tarantino, director y actor ocasional, al que sin duda le aventaja en belleza pero no en destreza. Para hacer cine grande hace falta algo más que ser manitas, por guapo que se sea.

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