
LA MUJER DEL CHATARRERO
Dos niñas de corta edad, tres y cuatro años, juegan delante de la cámara. Una le dice (y le repite) a la otra, “no mires”. Se refiere a la cámara; y mientras la hermana pequeña hace caso, la mayor vuelve sus ojos hacia el objetivo y al hacerlo nos interpela en un gesto que el propio Bretch hubiera (a)probado.