Dos niñas de corta edad, tres y cuatro años, juegan delante de la cámara. Una le dice (y le repite) a la otra, “no mires”. Se refiere a la cámara; y mientras la hermana pequeña hace caso, la mayor vuelve sus ojos hacia el objetivo y al hacerlo nos interpela en un gesto que el propio Bretch hubiera (a)probado.

Aunque la reinvención de Robocop 2014 respeta incluso el nombre del policía cuyos restos sirven para (re)construir el cyborg que Robocop es, el esforzado y notable trabajo de José Padilha no puede (ni quiere) recuperar su naturaleza originaria. En ese sentido, Robocop 2014 se comporta un poco como el Old Boy de Spike Lee con respecto al de su modelo de partida; aunque hay planos y secuencias idénticas, las diferencias resultan abismales.

Cien minutos permanece Robert Redford solo ante la cámara. Cien minutos en los que J.C. Chandor trata de confirmar lo que su ópera prima, Margin Call (2011) había prometido: que alberga en su interior a un buen cineasta. Para colmar las expectativas, Chandor (se) lo pone difícil; echa mano a casi nada. Un actor, el mar y una embarcación a la deriva que hace aguas.