Alvaro Ogalla, coguionista y actor principal de El apóstata representa la columna vertebral de esta película de suaves maneras y descreídos modos. Con ella, su director y coguionista, maniobra con sutileza y concisión. No hay grandes medios ni largas ambiciones, aunque su paso por el Zinemaldia demostró que había títulos mucho más pequeños.

En un momento determinado, Una segunda madre adquiere un tono amenazador, extraño, casi terrorífico. Corresponde al instante en el que el padre y el hijo de la familia en la que presta sus servicios esa madre que se gana la vida cuidando a un hijo ajeno y limpiando una casa que no le es propia, acechan a su hija. Es uno de esos instantes en que el cine se descubre como un lenguaje poderoso de maneras propias.

Cantet abre su Regreso a Itaca a ritmo de guateque, para cerrarlo en clave intimista. Entre uno y otro momento transcurre una noche de confidencias, un puñado de horas para un reencuentro. Un cruce de duelos compartidos, de secretos silenciados que dejan de serlo porque acaso ya no importen. Su tiempo pasó y el que está por llegar pertenece a la incertidumbre. En ese nuevo amanecer concluye el filme, un nuevo renacer en el que ya nada será igual.

Lisandro Alonso, uno de esos cineastas que se mueven ajeno al movimiento del mundo, evidencia en Jauja un pequeño cambio estilístico y una reafirmación autoral. El cambio proviene de la aparente f(r)actura “estelar” de quien es su principal protagonista al tiempo que coproductor, Viggo Mortensen.

Convertida en un éxito de taquilla sin precedentes en su país de origen, Argentina, la devoción que el público le ha dedicado, las pasiones que levanta, sólo serían comparables al fenómeno que aquí desató Ocho apellidos vascos. En ambos casos se impone una evidencia: hay una irreprimible necesidad de reir. Tenemos hambre de carcajadas.

Durante unos minutos, Carnevale parece que se va a tomar en serio el dilema que plantea su largometraje. Vaya por delante que la película arrasó en Argentina. Pero pronto de despeja la duda. Su reflexión sobre la diferencia, esa radiografía sobre los prejuicios contra quienes no dan la talla, utiliza el mismo maquillaje que llevó a Intocable a ser un superventas.

Casi nadie contaba con ella pero cuando el jurado del Zinemaldia la escogió como la mejor película de la edición de 2013, más de uno reconsideró la escasa atención que se le había prestado. De aspecto humilde, vocación pedagógica y voluntad reivindicativa, Pelo Malo crece sobre dos naturalezas muy diferentes.

El éxito de Futbolín en Argentina -dos millones de espectadores han pasado por los cines de su país de origen-, puede asemejarse al que aquí obtuvo Las aventuras de Tadeo Jones. Ambas representan la respuesta digna y comercial de la industria de la animación periférica a un mercado en el que Pixar manda, EE.UU. recauda y, de vez en cuando, Japón nos regala con alguna obra maestra.

Hay una sensación de déjà vu en esta película que hace que su punzón penetre despacio, casi sin cerciorarnos de que, al final, nos ha rasgado la buena conciencia de pertenecer a un país desarrollado. Llevamos años en los que recibimos documentales, leemos reportajes y vemos películas que nos muestran un trayecto infernal.

Precedida por el escándalo que provocó su secuencia central, la que recoge una sesión de violenta tortura, Heli confirma a su director, Amat Escalante como otro autor notable en el panorama cinematográfico de un México que, en los últimos tiempos, ha sabido imponer una presencia internacional, hasta hace unos años impensable.