Tras el profundo vaciamiento emocional que significó «Drive my car» (2021), Ryûsuke Hamaguchi (Kanagawa, 1978) deja a un lado los soportes de la alta costura literaria (y teatral) para, desprovisto de coartadas culturales y sin la ayuda de Chejov ni Murakami, abismarse en una naturaleza crepuscular.
Allí donde «El triángulo de la tristeza» de Ruben Östlund daba síntomas de desequilibrio, o sea cuando en el zénit de su grotesca sátira se rozaba la obscenidad y la escatología, es donde empieza «The Palace».
Aunque el principal reclamo de «Rivales» se llama Zendaya, ella no ocupa el punto vertebral del relato. Aunque brilla en la pantalla, su lugar no comparece en el núcleo hegemónico del nuevo filme de Luca Guadagnino.