Concebida con voluntad de creador con mirada propia, la estructura ósea que sostiene este retrato de Elvis lleva el ADN de Baz Luhrmann. En consecuencia sus huesos, ese calcio que le alimenta, exhiben la trayectoria del cineasta australiano que modernizó el “Romeo y Julieta” de Shakespeare, el mismo que barroquizó hasta lo circense la atmósfera parisina de “Moulin Rouge” y el que reinventó el mundo del “Gran Gatsby”.