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Crueldad adolescente
Título Original: THE INNKEEPERS Dirección, guión y montaje: Ti West Fotografía: Eliot Rockett Intérpretes: Sara Paxton, Pat Healy, Kelly Mcgillis, Alison Bartlett, Jake Ryan, Lena Dunham y George Riddle Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 101 minutos ESTRENO: Mayo 2014
Ti West, autor de obras ¿(re)conocidas? como La casa del diablo o como la todavía inédita entre nosotros, salvo su paso por Sitges, The Sacrament, ha sido saludado como uno de los renovadores del cine de terror contemporáneo. Situada entre ambas obras citadas, Los huéspedes, (2011), no oculta la humildad de su presupuesto y consigue cultivar algunos de los rasgos que avalan la personalidad de su autor. Guionista, editor y director, Ti West aparece como un hombre orquesta del cine actual. Un chico-para-todo que se sirve del muestrario del subgénero de casas encantadas, fantasmas en pena y descerebrados aficionados a la parapsicología. No hay ironía, ni caricatura; tampoco esperpento. Poca casquería. Lo suyo es un tono suave, indie, cool y perverso. Una suerte de jovialidad intrascendente en la que sus dos protagonistas coquetean con el horror sin hipérboles ni tremendismos.
Sin embargo, en medio de esa distendida naturalidad que nos vuelve a contar el relato de una casa encantada con una fantasma vestida de novia y un pasado truculento, Ti West suelta un bofetón de reality show al recuperar del olvido a Kelly Mcgillis. La actriz que enamoró al personaje de Harrison Ford en Único testigo, la misma que seducía a Tom Cruise en Top Gun, reaparece aquí encarnando a una actriz de brillante pasado y oscuro presente, devenida en medium de temores y terrores ajenos. Por internet circulan montajes que muestran cómo Tom Cruise ha pactado con Mefistófeles mientras la ex-sex symbol solo podría hacer ahora el papel de su madre. Ti West, en un perverso juego extrafílmico, hace que actriz y personaje asuman la cruel mordida del tiempo. Bromas como esa al margen, con precisión canónica y sin evitar algún sobresalto de catálogo, Los huéspedes queda como un filme de fortalecimiento y aprendizaje para un director decidido a no dejarse llevar por la moda; dispuesto a ser un clásico. Es decir, un narrador con la convicción de que busca un estilo. En The Sacrament el espectador avisado hallará razones para reconocer en West a ese director de cine con talento.