4.0 out of 5.0 stars

Título Original: UMBERTO ECO: LA BIBLIOTECA DEL MONDO Dirección: Davide Ferrario Intérpretes: Documental  País: Italia. 2022  Duración:  80  minutos

Dime qué lees

Gigante en tiempo de gigantes, Umberto Eco alumbró el saber en la segunda mitad del siglo XX. Semiólogo, filósofo, pensador, escritor, activista…,  por encima de todo fue un heterodoxo al que le gustaba transitar por los espacios en penumbra. Davide Ferrario, director de «La biblioteca del mundo», se enfrenta a su figura con una convicción férrea, «dime qué lees y te diré qué eres». Eso en el caso de Eco le lleva a bucear en una biblioteca exuberante, descomunal, faraónica.

Los epítetos no son gratuitos porque la biblioteca que atesoró Eco a lo largo de su vida se llenó con volúmenes antiguos y contemporáneos, de todo tipo de géneros literarios y materias del conocimiento pero, sobre todo, por su afán por acercarse a todo aquello que no fuera convencional.

Si Eco inauguró la novela histórica mezclando el thriller con el suspense, la filosofía con la política, también tuvo tiempo de reivindicar el mundo del cómic, la aportación determinante para la cultura del siglo XX, de la novela gráfica. En él cohabitaban sin problemas de convivencia desde los filósofos griegos a Superman.

El objetivo depuraba la misma esencia: cuestionar, ir más allá, adentrarse e interrogarse para avanzar. En el documental no solo sus libros están presentes, también Eco y su carisma inigualable. A partir de ahí el filme se convierte en un atracón de referencias e ideas que puede llegar incluso a abrumar. Eco, como un fascinador intelectual poderoso, habla y habla. En tiempos de pensamientos gaseosos y debilidades éticas, sus palabras adquieren el valor de clases magistrales.

Tan preocupados porque los hijos del presente van a ser más pobres que lo que fueron sus padres; ahora empezamos a saber que además van a ser manifiestamente menos inteligentes hablando desde el punto de vista del activismo intelectual.

Hay dos tipos de textos fílmicos o literarios, tanto da, que durante su visión o lectura, cuando se percibe el final, provocan en el lector/espectador una sensación de inquietud. En el primer caso, apena saber que aquello que tanto nos atrapa camina hacia su crepúsculo. La segunda, consiste en lo contrario, en desear que concluya para volver a empezar. Hay tanto para releer, que «Umberto Eco: la biblioteca del mundo» debería ser devorado como un libro de cabecera al que acudir de vez en cuando para que esa biblioteca no cese nunca.

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