El arco iris que recorre Itsaso Arana, en busca del caldero de oro que significa su primer largometraje, cruza un amplio espacio de tiempo de casi doscientos años alumbrado por la luz del feminismo.
Siempre singular y siempre fiel a sí mismo, Hong Sang-soo insiste en una partitura que siempre se parece pero, como con Satie, siempre es distinta. En el caso de “En lo alto”, el protagonista que encarna a un director de cine, alter ego del propio cineasta en la realidad, dice haber visto a dios.
Escritor antes que director, Olivier Treiner debuta con un largometraje en el que pesa más la letra que la imagen. De ahí que su esqueleto termine por asfixiar la empatía de sus principales personajes quienes, pese a su buen oficio, se van perdiendo cada vez más en la idea pretextual de su origen. Un leit motiv demasiado denso para tan escasa capacidad audiovisual.