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Título Original: EL SILENCIO DEL PANTANO Dirección: Marc Vigil Guión: Carlos De Pando, Sara Antuña Intérpretes: Pedro Alonso, Nacho Fresneda, José Ángel Egido, Carmina Barrios y Àlex Monner País: España. 2019 Duración: 87 minutos
Valencia cañi
Curtido en el oficio en el campo de batalla de las series de televisión, Marc Vigil debuta al frente de un largometraje con este relato de género “noir” ambientado en la España contemporánea y con una obvia dosis de metalenguaje y autorreferencia, propia de quienes han vivido la profesión desde dentro. El resultado se adivina ágil y previsible, oportuno y más que correcto. Sin alcanzar el tono de lo mejores trabajos de directores como el Alberto Rodríguez de “La isla mínima” o el Rodrigo Sorogoyen de “El reino”, comparte con ellos, ese querer mirar al tiempo presente para evidenciar sus miserias, para airear sus pecados y fracasos.
El pantano al que hace referencia el título del filme, se llama Valencia y funciona en su doble sentido, como ese espacio lleno de humedales, hecho de cañas y barro y esa ciudad contemporánea donde se ha cultivado una alta producción de corruptelas, narcotráfico y vicio.
Sin conjugar la ficción con la realidad, no hay encadenamientos directos entre sus protagonistas y personas reales, más allá de ciertas reflejos y ecos. Lo que existe en un triple salto mortal para aunar la podredumbre de las altas esfera del poder, la crueldad y falta de empatía de los matones del barrio y la fantasía perversa de un escritor de quien se funde lo imaginario con lo real.
Con ese personaje vertebral, narrador y sujeto de lo narrado, se abre y se cierra un tejido que mezcla ambientes y tramas, imaginación y realidad en un juego que no siempre funciona como se espera. Sorprende que en ese reparto ajustado y correcto, el eslabón más débil, el personaje más desentonado, sea el que interpreta Carmina Barrios, una actriz, madre de buenos intérpretes pero, aquí desdibujada y casi siempre fuera del verosímil, por un personaje con el que no parece sentirse cómoda.
Ella y su personaje condiciona una red de venganzas y errores, enredos y víctimas que tiene buen cuidado en recordar que en cosas del crimen y la corrupción, no pagan todos y casi siempre los que la pagan provienen de los mismos sitios. Eso acontece en esa Valencia cercana de procesiones y especulaciones, de consejeros truhanes y escritores que juegan a soñar con lo que han escrito.