La vida de Trumbo, las anécdotas, vicisitudes y personas que le acompañaron, tal vez sean como las que cuenta esta película pero esta película carece de la esencia de lo que Trumbo fue y de lo que su figura significa. Guionista de éxito, novelista de talento, autor de libretos tan incontestables y heterogéneos entre sí como Vacaciones en Roma, Espartaco y Papillón, Dalton Trumbo fue la voz y el rostro más visible de los llamados “diez de Hollywood”, un puñado de víctimas de una lamentable caza de brujas ejercida por y en EE.UU. hace apenas medio siglo.

El título de Mi amor, con la “r” marcada en un color distinto de manera que se sugieren dos significados, dueño y persona querida, ofrece una excelente (re)interpretación del título original que, traducido literalmente, sería Mi rey. De hecho, ese juego desvela lúcidamente lo que en este filme nos aguarda. Estamos ante una historia común cuya mayor virtud reside en los matices, en el tempo, en los rasgos personales que sus dos principales protagonistas sean capaces de (a)portar.

Nada hay ilegítimo en la práctica del remake. Al contrario, en el hecho de volver a contar una historia ya conocida, pueden darse la mano un montón de virtudes. Por eso mismo, la historia del cine ofrece entre sus logros más celebrados acciones de diferentes cineastas que no temieron enfrentarse a relatos ya ofrecidos por otros.