Superhéroes de tercera

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Título Original: THE FANTASTIC FOUR Dirección: Josh Trank Guión: Simon Kinberg, Jeremy Slater (Historia: Josh Trank Personajes: Stan Lee, Jack Kirby) Intérpretes: Miles Teller, Kate Mara, Michael B. Jordan, Jamie Bell, Toby Kebbell, Tim Blake Nelson Nacionalidad: EE.UU. 2015 Duración: 100 minutos ESTRENO: Agosto  2015

Si alguien lo ha analizado, lo desconozco. Pero la cuestión no admite dudas. ¿Por qué cuando se lleva al cine las aventuras y personajes nacidos en los tebeos se invierte la esencia de su naturaleza? Lo propio de estos personajes, nacidos en y para el papel como Los cuatro fantásticos, consiste en el seguimiento de sus aventuras. Sus lectores esperan las nuevas entregas pendientes de la calidad del nuevo enemigo y ávidos de más sorpresas que exijan de los héroes un esfuerzo mayor y de los guionistas una aventura más insólita. Entre peleas sin cuartel y pequeños gestos cotidianos, los autores suministran algunos datos sobre su personalidad, alguna anécdota sobre su biografía.
En cambio, en el cine, esa mecánica narrativa se muestra mucho más vulnerable, definitivamente inválida. Más allá de la tres entregas, las cuentas ya no salen y de nuevo se vuelve a empezar. Spiderman, Hulk, Batman y Supermán son prueba viva de esta maldición que impide para el cine lo que es natural en cómic: la “serialización” prolongada.
Con Cuatro fantásticos, cuyas dos adaptaciones anteriores fueron machacadas por la crítica y abandonadas por el público, la cosa todavía es peor. La sensación que se percibe es deriva pura. Y sin embargo hay la certeza de que se ha sido demasiado severo con quienes desde su primera entrega destilaban frescura y banalidad, algo muy encomiable ante la escalada de gravedad, solemnidad y metafísica que parece carcomer a este tiempo de superhéroe digitales. Aunque las críticas han sido inmisericordes, el trabajo de Josh Trank al frente de la dirección para contar la génesis, el origen de estos héroes a quienes de nuevo se despelleja sin piedad, se percibe ocurrente. Trank se aleja por completo de la grandilocuencia de Vengadores, para intentar adentrarse en lo que era propio del papel. Entretener sin aburrir, divertir sin abrumar. Pero, ya se ha dicho, el cómic y el cine obedecen a premisas muy distintas.
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