Unidos contra el nazismo

foto-laprofesoradehistoriaTítulo Original: LES HÉRITIERS Dirección y guión: Marie-Castille Mention-Schaar Intérpretes: Ariane Ascaride, Ahmed Dramé, Geneviève Mnich, Xavier Maly, Martin Cannavo, Noémie Merlant y Stéphane Bak Nacionalidad: Francia.  2014 Duración: 100 minutos ESTRENO: Mayo 2015

Las aulas, la compleja situación de la enseñanza en la edad de las turbulencias adolescentes y en el seno de sociedades urbanas crispadas e incluso violentas, han servido de infinitas incursiones cinematográficas. En ese subgénero se inscribe La profesora de historia de Marie Castille Mention-Schaar. Sin recopilar la larga lista, baste señalar que la intención de esta película, de vocación aleccionadora y deseos moralizantes, casi siempre es lo que convoca y provoca incursionar en el mundo escolar. Diremos también que está más cerca, formalmente al menos, de La clase de Laurent Cantet que de Mentes Peligrosas, Crueles intenciones, El club de los poetas muertos o American Pie. Pero dicho esto, también hay que aclarar que si al menos en su formulación, el ejemplar proceso de concienciación que realiza una profesora con un grupo de escolares, sigue las buenas maneras del director de Recursos humanos, el tono y la tendencia al masaje de la directora empaña buena parte de sus notables méritos.
El terreno de juego sobre el que se extiende la epopeya de este filme, protagonizado por Ariane Ascaride, la sempiterna protagonista de Robert Guediguian, crece sobre la desmotivación de una de las peores clases de un instituto. Forman el pelotón de los torpes, carne de batalla, restos de serie; pertenecen a la clase que incomoda al claustro de profesores. Por eso, desconcierta que el tesón de una empecinada profesora logré moldear lo que parecía ingobernable. La originalidad consiste en el instrumento que se utiliza para ello. Un trabajo conjunto de descubrimiento compartido de lo que fue el nazismo, el holocausto y la barbarie del pasado nazi. Arrancada de la realidad, Mention-Schaar se comporta de manera opuesta a como lo hacía Cantet. Si allí la complejidad de la educación, la diversidad de situaciones y la singularidad necesaria de cada uno de los educandos tejía una densa red de matices y emociones; aquí se busca, por la vía directa y el simplismo, la simpatía y el escalofrío a costa de darse de bruces con un maniqueísmo grosero e innecesario.
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