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Aquí huele a muerto
Título Original: TORRENTE 5: OPERACIÓN EUROVEGAS Dirección y guión: Santiago Segura Intérpretes: Santiago Segura, Jesús Janeiro, Alec Baldwin, Julián López, Angy Fernández, Fernando Esteso, José María Rubio, Cañita Brava, Florentino Fernández y Carlos Areces País: España. 2014. Duración: 102 minutos ESTRENO: Octubre 2014
Lo más suave que se puede decir de Torrente 5, es que su mejor aportación consiste en desactivar el dicho de que no hay quinto malo. De origen taurino, mundo que Torrente admira, la frase, sujeta a diferentes interpretaciones sobre su origen, converge en una idea unívoca: la quinta entrega de algo garantiza que estamos ante un algo que merece la pena. Pues bien, con ser malas la 2, la 3 y la 4, le cabe a la quinta el honor de ser la peor de todas. Tanto que se adivina su ocaso por más que, en un golpe de ingenio, Segura abra su película con un guiño-homenaje -copia a 007.
En realidad Torrente debía haber muerto con honor en su primera entrega, la historia de una conversión, el proceso de una rehabilitación: la de un agente franquista, casposo, misógino, racista, homófobo, seboso y estúpido. Era aquella primera entrega una versión piadosa de Martínez el Facha, un personaje patéticamente deleznable que le ha dado a Segura mucho dinero a cambio de usurparnos la posibilidad de haber contado con un buen director.
Desde entonces, todo ha sido un descenso por el camino de lo fácil.Entrega a entrega, Santiago Segura ha descafeinado a su personaje, lo ha desnudado de justificación moral y ha repetido los mismos chistes cada vez con más desgana. Esa espiral hacia la vergüenza la subrayan multitud de detalles. Por ejemplo, en el primer Torrente, Javier Cámara era el coprotagonista; en el quinto, Jesulín. Lo más doloroso de ese proceso, lo más hiriente de ese proceder reside en que conforme Torrente acumulaba más dinero, menos quedaba del Santiago Segura de sus inicios. El personaje ha engullido al creador. El cómico ha sido devorado por la caricatura. De hecho, si Torrente quiso representar la cara cutre del franquismo, verdugo y víctima de una pasado de delirio, el cine que ahora Segura realiza consigue ser peor que aquellas españoladas. Infames productos y fuente seminal del rechazo que el cine español levanta en su propia casa. Dicho de otro modo: Torrente da jaque mate a Santiago Segura.
En realidad Torrente debía haber muerto con honor en su primera entrega, la historia de una conversión, el proceso de una rehabilitación: la de un agente franquista, casposo, misógino, racista, homófobo, seboso y estúpido. Era aquella primera entrega una versión piadosa de Martínez el Facha, un personaje patéticamente deleznable que le ha dado a Segura mucho dinero a cambio de usurparnos la posibilidad de haber contado con un buen director.
Desde entonces, todo ha sido un descenso por el camino de lo fácil.Entrega a entrega, Santiago Segura ha descafeinado a su personaje, lo ha desnudado de justificación moral y ha repetido los mismos chistes cada vez con más desgana. Esa espiral hacia la vergüenza la subrayan multitud de detalles. Por ejemplo, en el primer Torrente, Javier Cámara era el coprotagonista; en el quinto, Jesulín. Lo más doloroso de ese proceso, lo más hiriente de ese proceder reside en que conforme Torrente acumulaba más dinero, menos quedaba del Santiago Segura de sus inicios. El personaje ha engullido al creador. El cómico ha sido devorado por la caricatura. De hecho, si Torrente quiso representar la cara cutre del franquismo, verdugo y víctima de una pasado de delirio, el cine que ahora Segura realiza consigue ser peor que aquellas españoladas. Infames productos y fuente seminal del rechazo que el cine español levanta en su propia casa. Dicho de otro modo: Torrente da jaque mate a Santiago Segura.