El irlandés fantástico

Título Original:  BYZANTIUM Dirección: Neil Jordan   Guión: Moira Buffini    Intérpretes: Saoirse Ronan, Gemma Arterton, Caleb Landry Jones, Sam Riley y Tom Hollander Nacionalidad:  Reino Unido. 2013  Duración: 118 minutos
 
Desde el plano de apertura, Neil Jordan subraya su intención de hacer un filme personal, una película de autor a partir del más libre de todos los géneros: el fantástico. Y dentro de él, Jordan regresa a un territorio hollado por él mismo: el que reescribe uno de los pocos mitos de la modernidad: el vampirismo. Jordan, que ahora ocupa un lugar periférico en el mercado de valores del cine actual, empieza con la palabra The End. La escribe su protagonista, una joven empeñada en relatar su vida y que, conforme escribe las páginas de su diario, las arroja al vacío en espera de que alguien las lea y ponga fin a su martirio. Es su manera de subrayar que aquí no hay final, todo es bolero que gira sobre sí mismo. Basada en la obra teatral de Moira Buffini, autora del guión, Byzantium certifica que Jordan permanece fiel a su origen. No es un mercenario.
En su arranque Jordan promete un proceso dialéctico con dos protagonistas; dos vampiras, Camille y Elle. Dos ángeles mortíferos que siembran la muerte. Una retira vidas crepusculares, cierra biografías con sereno alivio. La otra, arrebata el aliento de los legionarios de la ignominia, devora hombres de bajos instintos y ninguna grandeza. Son dos bellas parcas, dos inmortales sedientas; una quiere paz, la otra, busca vengarse. Ambas son fugitivas de una maldición de un mundo de hombres.
Para ilustrar ese retrato, Neil Jordan no se queda en la banalidad epidérmica del vampirismo adolescente de hormonas disparadas y neuronas sin futuro. Acude a la vieja tradición,  renueva viejos paradigmas y, poco a poco, imprime a su película la fuerza de una prosa que no sigue caminos trillados, aunque parte de relatos y personajes arquetípicos.
Hay secuencias de enorme belleza y un puñado de buenas ideas. Pero Jordan exige tiempo y atención, dos características que el espectador no entrega fácilmente. Tampoco le ayuda el desfallecimiento de la resolución de su historia. Pero eso no impide percibir que Jordan es de los pocos autores que viven el género fantástico desde el convencimiento.
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