Con ritmo febril, al galope y con toques de corneta apocalíptica, «Golpe a Wall Street» se comporta como un Fómula 1 en una recta. Todo acontece con rapidez de vértigo, en una trama aparentemente compleja que esconde la estructura convencional de aquel cine de catástrofes de los años 70.
Barry Levinson ha cumplido 81 años, posee una trayectoria solvente y en los años 80, su cine lo señalaba como uno de los autores norteamericanos más vertebrales de ese tiempo crepuscular en el que Hollywood dio un giro suicida hacia la infantilización de sus películas.
Por tercera ocasión consecutiva coinciden en esta revisitación de evidente éxito comercial al mundo de Agatha Christie, el actor y director Kenneth Branagh, el guionista Michael Green y la citada herencia literaria de Christie, centrada en sus novelas dedicadas a Hércules Poirot.
Todo se reduce a un interrogatorio. De hecho, lo que llamamos guión literario no es sino la transcripción, con las tachaduras pertinentes que protegen «el secreto de estado», del interrogatorio real que sufrió Reality Winner el 3 de junio de 2017 por un grupo de agentes del FBI.
Filmado como si fuera una escena de fantasmas, “Todos somos Jane” se abre en medio de una gala social en Chicago. Arranca con un fundido en negro y con la voz en off de algunas proclamas. No cuesta trabajo percibir que se trata de una fiesta convencional de discursos protocolarios y espejo de vanidades.
Los nazis, con sus campos de exterminio, representaron la máxima ignominia del ser humano. Nunca la humanidad se había envilecido tanto. Pero fue EE.UU. con sus dos bombas atómicas lanzadas sobre dos poblaciones indefensas, Hiroshima y Nagasaki, quien entreabrió la puerta a la ira de dios, suya fue la hora del apocalipsis; la acción más sanguinaria realizada jamás por nadie.
Todo en “Barbie” se comporta con el disfraz de lo equívoco. De sus casi dos horas, permanecerá para la mayor parte del público esa estética rosa de chicle y azúcar de caramelo, una facilona exaltación al empoderamiento femenino y una conclusión paradójica.
Precedido por un corto de 8 minutos protagonizado por Carl y Dug, dos de los protagonistas de «Up», “Elemental” se muestra como un proyecto híbrido y algo cansado en un tiempo en el que la amenaza de la Inteligencia artificial lo empaña todo.
Cuando se estrenó el primer Indiana Jones en 1981, el que iba “En busca del Arca Perdida”, el arqueólogo Mr. Jones, tenía 37 años. La acción del filme transcurría en el triste tiempo de 1936 y el actor, Harrison Ford, nacido el 13 de julio de 1942, había cumplido en el momento del rodaje los 38 años.
Como la última entrega de Indiana, la sangre que insufla vida a «Ruby» mucho sabe y mucho debe -del y al imperio- de George Lucas. Todo en «Ruby» desprende el olor inconfundible de lo hecho con palomitas multicolor, Coca Cola Zero y dinero a espuertas.