«La máquina blanda» fue el título de una de las obras de William S. Burroughs producidas en la plenitud de su vida. Se engendró en el final de los años 50. Luego, a lo largo de 60, tuvo diferentes versiones dando fe de la veleidad de un autor más inestable que incorpóreo.
Irreprochable en su producción, «Better Man» encierra una vuelta de tuerca al canónico «biopic» levantado bajo el control absoluto de la persona biografiada. Esa persona, cantante, productor y protagonista de «Better man», se llama Robbie Williams
Casi al final de su carrera, cuando los nuevos cines habían sepultado su recuerdo, los hermanos Tavianni resurgieron del silencio con un ensayo audiovisual inclasificable: «César debe morir» (2012).
Cuando en 1979 Werner Herzog rescató y reinterpretó el «Nosferatu» de Murnau, aquel gesto se sabía cuestión política. El director que cuando hace ficción, documenta el sufrimiento y cuando se dice documentalista, convoca los sueños, despertó a Nosferatu para recuperar la propia historia de Alemania, para devolverla al lugar de lo que había existido.
Lo que ocupa a Sorrentino en «Parthenope» arranca en los años 50 y se despide, concluye sería decir demasiado, en el tiempo presente sin que a lo largo de las más de dos horas de su duración quepa percibir algo más que la obsesiva insistencia de retratar a Celeste Dalla Porta, un bonito rostro en un bello cuerpo al servicio de un personaje sin alma: la mujer que nunca existió.
La industria del cine comercial indio, bautizada «Bollywood», alcanza cifras astronómicas de recaudación. Pese a su éxito en el mercado interior, en occidente, la inmensa mayor parte de sus éxitos nunca se estrenan.