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Sigue la 70 edición del SSIFF, en lo que a su sección oficial a concurso se refiere, sin bajar la guardia. Buen nivel y sólidas películas para una edición que mantiene una tendencia iniciada hace dos años, cuando Cannes suspendió su festival por la pandemia. Aquel primer año, 2020, el SSIFF vio reforzada de manera notable su sección oficial con películas que, de otro modo, se hubieran estrenado en Cannes.

El libreto, o sea el texto, allí donde se cuenta la historia de “La clemencia de Tito” de Pietro Metastasio, hunde sus raíces en la célebre “Vidas de los doce césares” del historiador romano Suetonio. En ella se narra el intento de asesinato del emperador acometido por su mejor amigo, Sesto, enamorado de la hija de éste e intoxicado por su hermana Servilia, despechada a su vez porque Tito no la deseaba.

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Definitivamente la 70 edición no tiene intención de aflojar esa calidad media notable que empieza a serle característica. Ayer concurrieron tres películas de factura y ambiciones muy diferentes. Una venía firmada por un viejo conocido en el SSIFF, Christophe Honoré, y en ella repite presencia la premiada Juliette Binoche. La segunda ofrece un memorable espectáculo musical en la Europa del siglo XVIII, una admirada declaración de melomanía.

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Cuando se cumplen 45 años de los hechos narrados, 22 de la primera presencia de Alberto Rodríguez en el Zinemaldia junto a Santiago Amodeo con “El factor Pilgrim”, y cuando además en todo este tiempo y sobre la mesa donostiarra, el director sevillano ha puesto estupendos textos fílmicos como “7 vírgenes”, “Grupo 7”, “La isla mínima” y “El hombre de las mil caras”; no es improcedente que su actual película producida por Movistar, haya sido escogida para inaugurar la 70 edición del SSIFF.