Hay piezas cuya ambición, destreza e interés se revelan incluso antes de que aparezcan los títulos de crédito iniciales. Para cuando se nos informa sobre sus principales constructores: director, actores, guionista… ya sabemos que nos aguarda buen paño; catamos, en menos de un minuto, que lo que vendrá a continuación valdrá la pena, porque quienes han construido este texto fílmico se lo curran.
Del sudor que desprende «Que la fiesta continúe» se percibe que Robert Guédiguian (Marsella, 1953) respeta a Julio Anguita, coincide con su «programa». Como el incombustible cordobés, a estas alturas de su vida, Guédiguian ha dejado de creer en muchas cosas.
Lo mejor de «Regreso a Córcega» se encuentra en su núcleo central, en esa zona compleja donde el enredo se hace lío y los personajes ya han mostrado la (errática) estrategia de sus movimientos.