Cuando los 146 minutos de duración de «Eureka» han concluido, entre las mil y una preguntas que le asaltarán al público, hay una que apuntará al origen de su título. Se sabe, mejor dicho se supone, que «¡Eureka!» -entre exclamaciones- es la interjección que profirió Arquímedes de Siracusa.
No deja de sorprender que sean cineastas veteranos quienes con más firmeza levantan hoy las barricadas fílmicas más beligerantes contra el estado de las cosas actual. Cada vez más obtuso, más estúpido, más egoísta.
No es fácil dedicarse a la misma profesión que el padre, cuando éste ha hecho historia. Sin embargo, de vez en cuando, surgen cachorros dispuestos a competir con la sombra de la leyenda paterna. En el mundo del cine los casos son numerosos y los resultados dispares, de todos los colores.