De manera más o menos implícita, en «El consentimiento» se cuece a fuego lento la cara oculta de «La bella y la bestia». Lejos del filtro disneydiano de rosas simbólicas y príncipes encantados, lo que nutre a «El consentimiento» sabe de las cicatrices de lo real.
El niño con suerte de «Slumdog Millionaire» (2008) encarna a este «hombre mono» de infausto destino. En él, Dev Patel hace casi todo. Dirige, coescribe y protagoniza su debut como realizador.
Recibida con arrebatadas muestras de complicidad por su ¿militancia? «queer», «Sangre en los labios», guste más o guste menos, legitima la singularidad de Rose Glass como directora poseedora de un universo insólito y fascinante.