En 1988 Almodóvar consiguió el milagro de sumar públicos antagónicos al filmar “Mujeres al borde de un ataque de nervios”. En la cartografía curricular de Pedro Almodóvar, llena siempre de altas ambiciones y de irreprimibles narcisismos, aquella película supuso una suerte de amalgama de sus principales rasgos estilísticos.

“Bel canto” ofrece tan buenas intenciones como malas decisiones. Pero más allá de su contenido concreto, en una primera mirada merece la pena cruzarla con la considerada por Hollywood mejor película USA de este año. Porque, curiosamente, “Bel canto” coincide con “Green Book” en los orígenes de sus realizadores. Paul Weitz, como Peter Farrelly, comenzó en el cine codirigiendo con su hermano.

En “Déjame salir”, un debutante director de origen afroamericano utilizaba el terror para denunciar el racismo. Se servía de la metáfora para desnudar la realidad. Aquel filme estimable titubeaba en su recta final. Jordan Peele, esa era la sensación, tras recrear el texto original del autor de “La semilla del diablo”, después de cuestionar la nobleza de la familia americana, dejaba entrar una cierta esperanza en la América que se disponía a soportar a Donald Trump.