Hay demasiadas circunstancias en “High Life” como para despacharla con una crónica de urgencia. Por ejemplo, el peso de su realizadora, Claire Denis, una cineasta veterana que llegó a la dirección tras aprender el oficio al lado de vacas sagradas como Rivette, Jarmusch, Wenders y Costa Gravas…

Ante la visión de “Basque Selfie” cabría preguntarse por la naturaleza de este filme atípico, una producción doméstica en torno a un trikitilari atribulado porque los planes de urbanismo han condenado a muerte el viejo baserri familiar que, por otro lado, amenaza ruina.