Hay un momento vertebral en este filme donde guionista y director traspasan el umbral del verosímil. A partir de allí, le es dado a la persona espectadora de este relato poner en duda todo lo que hasta ese momento creía ver. Dicho de otro modo, tras el estupor de asistir a una actitud inesperada, surge la claridad de vislumbrar que lo real no es lo que creía.

Con una frecuencia inevitable, porque la evidencia lo impone, a la hora de explicar qué lugar ocupa este filme de David Trueba, aparece el nombre de Linklater. Hay unanimidad en percibir, aquí, el influjo del autor de “Boyhood”. Ciertamente, si unimos “La buena vida” y “Casi cuarenta”, se obtiene una (re)visión parecida.

Si hubiera posibilidad de recuperar las viejas sesiones dobles de los tiempos en los que solo había cine y nada más, se podría cruzar “Formentera Lady” con “Lucky”. En ambos filmes se habla de dos hombres al final de sus existencias. Harry Dean Stanton había nacido en 1927; José Sacristán, lo hizo diez años después.