Christian Petzold recurre a un artificio cronológico, una suerte de anacronía voluntaria que resulta esencial para configurar la naturaleza de “En tránsito”. Filma un relato que acontece en los años 40 en escenarios de arquitectura contemporánea, no los disfraza. Sus personajes huyen en el pasado pero, como teletransportados en una filigrana cuántica, habitan el ahora.