Mil veces buenas noches comienza y termina en idéntico escenario, Kabul, aunque con una sustancial diferencia. En uno y otro caso, ese ritual por el que dos bombas humanas proceden a cargarse de explosivos para morir matando, es recogido con muy diferente actitud por la misma reportera (Juliette Binoche) en un proceso del que cabría debatir hasta qué punto la presunta objetividad de la cámara inmuniza a quien la maneja de las consecuencias del acto que está captando.

Precedida por Once (2007), un insólito filme convertido en pieza de iniciación para quienes ahora se adentran en la treintena, Begin Again trata de no defraudar la creencia de que John Carney está llamado a rescatar el género musical del apartheid al que el tiempo del descreimiento digital había condenado.