Zarandeada por buena parte de la crítica norteamericana, Transcendence forma parte de esa legión de títulos nacidos para fracasar de manera inmediata y estrepitosa. Náufragos a los que el tiempo termina por rescatar.
Cuando el filme se despide, Amini dedica un guiño-recuerdo a dos cineastas de notable peso específico: Anthony Minghella y Sydney Pollack. Lo mismo hizo la actriz Kate Winslet cuando fue nominada para el Oscar por su papel en El lector. Y es que ambos, fallecidos casi al mismo tiempo, formaron un buen equipo cuyos proyectos inconclusos poco a poco van aflorando.
La mayor virtud de Violette, en cuanto película, consiste en estimular el apetito por las obras literarias de los personajes/protagonistas que deambulan por sus intersticios. A esta Violette de amarga frustración y de insoportable talante que, en vida, estuvo rodeada de titanes como Simone de Beauvoir, Jean Genet y Marcel Camus, le redime un misterio que su realizador no logra desentrañar.