A “Un blanco fácil” lo que le da sentido, le aniquila. Basada en hechos reales, una vez más, la servidumbre a lo inmediato y el miedo a la posible denuncia si se proyectan acusaciones nominales al poder -con o sin pruebas-, terminan por matar a la verdad. Es muy probable que los hechos, en su inmensa mayoría, transcurrieran como Jean-Paul Salomé muestra.
Stéphane Brizé pertenece al cada vez más reducido -probablemente en vías de extinción- grupo de cineastas que practican un discurso adulto. En ese lenguaje sin lengua que es el cine, al decir de Christian Metz, resulta extraordinario encontrar narradores que no tratan de vender ningún producto.