2.0 out of 5.0 stars

Título Original: EVIL DEAD RISE  Dirección y guión: Lee Cronin Intérpretes: Alyssa Sutherland, Lily Sullivan, Morgan Davies, Nell Fisher, Gabrielle Echols y Jayden Daniels País: EE.UU.  2023  Duración:  97 minutos

El quinto bueno

Aunque para la generación de Sam Raimi, 1981 parezca ayer, 42 años separan esta “Posesión infernal” de la que le vio nacer. Aunque la trama argumental, las estructuras del relato, los fundamentos y hasta las intenciones puedan parecer idénticas, nada es lo mismo por más que ahí sigan Bruce Campbell, solo su voz, y, entre las sombras de la producción, el propio Sam Raimi. Resucitar aquella emoción iniciática del filme del 81, si luego se han vivido experiencias lisérgicas como “Evil Dead II” (1987), “El ejército de las tinieblas” (1982) y “Evil Dead” (2013), no parece posible. Como decía una voz de ultratumba en clave apocalíptica, en un viejo filme de Buñuel: “Tiempo de arrepentimiento no es”.

Eso lo ha entendido perfectamente Lee Cronin, un irlandés que en 2013 se ganó con un cortometraje de sugerente visión, “Ghost Train”, la confianza para que nueve años después, se le encomendara la quinta entrega de la saga. Como saben quienes saben de “Posesión infernal”, se ha pasado del horror del principiante a la risa del resabiado, del esperpento lúcido al remake aseado, respetable y respetuoso. Dicho de otro modo, no hay que creer que la saga degenera. Se cumple lo de que no hay quinto malo.

Lo que no quiere decir que “el quinto” sea estupendo, ni que abra ninguna puerta que no se haya abierto en y con los títulos que le precedieron. Cronin cambia el espacio exterior, el mundo de bosques y cabañas, por la claustrofóbica trampa de un edificio en espera de ser demolido. Pero el filme comienza por su final, en un espacio natural que pronto será dejado a un lado cuando en un flashback se nos explique por qué ha pasado lo que ha pasado.

A estas alturas, aquí no hay riesgo de destripar argumento alguno; como en Alien, lo que ocupa el leit motiv de “Posesión infernal” es algo archisabido. Lo novedoso viene de la mano del conflicto interior y del grupo humano escogido para este “Despetar”. Todo gira en torno a la relación de dos hermanas tan aparentemente opuestas como necesariamente convergentes por su pasado y por su ¿breve? futuro. Cronin, en el reducido espacio de un urbanita bloque de apartamentos, como si de la nave “Nostromo” se tratase, deja que el mal avance entre víctimas y sufrimientos. Simbiosis del humor y del terror de sus precedentes, el mayor problema de este despertar descansa en su previsibilidad: nada prende, nada sorprende. Su todo es poco.

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