A diferencia de la última recreación de «Los tres mosqueteros», en consecuencia lejos del recetario posmoderno que corroe el orden cronológico, fragmenta el relato y (ab)usa (de) exageraciones deshumanizadas, Delaporte y de La Patelliére leen el texto de Dumas página a página, letra a letra, duelo a duelo.
Productores de cuatro países, Estados Unidos, México, Canadá y Dinamarca, unen esfuerzos para sacar adelante el segundo largometraje como director de Viggo Mortensen. Ese carácter, que más que internacional posee vocación universal, recorre como espina dorsal un relato de amor disfrazado de western.
Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973) sorprendió a medio mundo con «Canino» (2009). Se había forjado en su Grecia natal, pero conocía bien el cine europeo y la escena teatral alemana. Todavía no había amanecido como cineasta, ni cabía sospechar que sería uno de los referentes del siglo XXI, cuando era evidente que militaba en el terreno surrealista cultivado por Luis Buñuel hace un siglo.
Scott Cooper, director y guionista de “Los crímenes de la academia” pretende sostener con este filme un homenaje extraño y ambivalente en torno a la figura de Edgar Allan Poe. Recordemos que el título en castellano no es sino una perezosa y arbitraria reinvención de “The pale blue eye”, algo que emana del universo de Poe
Excéntrica como se corresponde a toda película que se encomienda al carisma de Benedict Cumberbatch (repasen su filmografía más allá de Sherlock), “Mr. Wain” o como más explícitamente señala su título en inglés, “la eléctrica existencia de Louis Wain”, resquebraja la férrea y maniatada estructura que toda biografía impone.
En 1985, James Ivory, un director británico de modales exquisitos y películas sutiles, estrenó una de sus películas más aclamadas: “Una habitación con vistas”. Con un reparto impresionante, aquella fábula rodada en una Florencia convocada por E. M. Forster, el autor de la novela original, lograba una pequeña joya del cine romántico.





