El acusado-imagen

La zona gris es aquella que se extiende desde que el blanco deja de serlo hasta ese segundo en el que la oscuridad lo invade todo. Dicho de otro modo, la zona gris representa el callejero donde la humanidad se busca. Es el territorio de la sombra; el reino de la incertidumbre. En él, el miedo y la niebla, los perros de la angustia, intoxican la verdad si es que la verdad existe para todos.

Del plano general, de una secuencia familiar en la playa, se pasa a la disección, en plano corto, de una adolescente acusada de asesinato en primer grado. De la gélida mirada de una joven de escasas emociones y nula  empatía, a la sospecha de que sea la autora de un crimen deliberado, premeditado e intencional.

Por más que su trama central aparezca enfocada en el dilema ético del rechazo de prácticas médicas por creencias religiosas, en “El veredicto” hay otras corrientes subterráneas. Es cierto que el título español hace referencia directa a la causa judicial por la que la ley debe decidir entre la fe y la ciencia. En síntesis, el título alude a la decisión de una juez ante la denuncia de un hospital por la negativa de unos padres, testigos de Jehová, a que su hijo reciba transfusiones de sangre para hacer frente a una intervención quirúrgica.