Robin Campillo pertenece a una generación de cineastas franceses nacida en el campo de juego establecido por la Nouvelle Vague. No lo tuvieron fácil. Cuando llegaron a la adolescencia, el negocio del cine había sufrido la invasión infantiloide de los Spielberg-Lucas; los efectos especiales reinaban por encima de un buen guión y el (ocio del) mundo se había cansado de los experimentos formales, del cine-ensayo y de la modernidad.
Tras un contundente thriller, «Código emperador» (2022) que oscilaba entre «El reino» de Sorogoyen y las diferentes entregas de la saga Bourne, Jorge Coira ha optado por cambiar de aires. Del claroscuro del polar hispano al rosa con (son)risas de una comedia romántica que Coira pone en manos de Blanca Suárez, principal protagonista del filme.
El cornezuelo, un hongo que frecuenta las espigas del centeno y que desde hace siglos se utiliza(ba) como método abortivo, da título al segundo largometraje de Jaione Camborda con el que esta guipuzcoana afincada en Galicia ganó la última Concha de Oro del Zinemaldia. Se advierte que tal galardón no garantiza apenas nada.
Su primer largometraje, «Carmen y Lola» (2018), tuvo una acogida extremadamente favorable. Cannes la seleccionó para su Quincena, le llovieron nominaciones al Goya y el público y la crítica la saludaron como una gran promesa. Arantxa Echevarria venía del mundo del cortometraje y la publicidad.
A la vista de «Cerrar los ojos», filmada cincuenta años después de «El espíritu de la colmena» por el mismo Víctor Erice -nuestro realizador más decisivo tras el espectro de Luis Buñuel-, sorprende verificar que aquel primer trabajo era mucho más moderno que esta obra crepuscular, ahora rodada cuando Erice llevaba 30 años sin hacer un largometraje.
Cuando han pasado 15 minutos de «Tregua(s)» todo el público intuye que lo que viene a continuación no será muy distinto de lo visto hasta ese momento. Es decir, estamos ante un cine de alcoba en el que una pareja va a pasar por diferentes estados de ánimo, al tiempo que se nos suministran nuevas informaciones sobre cada uno de ellos y su peculiar relación.
Diez años ha estado Diego Llorente dando vueltas a esta película. Diez años para, finalmente, tener que rodar a toda prisa y con dinero escaso durante tres semanas y sin aliento. Esa mezcla de poso hondo e inmediatez de guerrilla, empapa un filme que se mantiene ágil y preciso en torno a Katia Borlado.
Cinco años separa «Campeones» de «Campeonex» pero conceptualmente entre ellas se abre un abismo generacional, el que marca la división del siglo XX y el siglo XXI. En el filme de 2018, Javier Fesser hacía una ingeniosa digestión del cine deportivo que desde los años 30 y 40 ha venido practicando el Hollywood clásico.
El arco iris que recorre Itsaso Arana, en busca del caldero de oro que significa su primer largometraje, cruza un amplio espacio de tiempo de casi doscientos años alumbrado por la luz del feminismo.
Javier Elorrieta (Madrid, 1950) se sale del catálogo del cine español. Verso libre en un panorama abonado por las familias y los amigos, Elorrieta resulta inclasificable e inencasillable. No porque desprenda ansias de autoría sino por todo lo contrario, ansía gustar, gustar a cualquier precio, a toda costa.