Título Original: LITTLE RICHARD: I AM EVERYTHING Dirección y producción: Lisa Cortes Intérpretes: (documental) Little Richard, Ralph Harper y Newt Collier País: EE.UU. 2023 Duración: 101 minutos
Tutti frutti
Little Richard (Richard Wayne Penniman), nació en 1932, tiempo de depresión, racismo y hambre en EE.UU. Murió 87 años después y, aunque nunca se le reconoció como el rey del rock and roll -la corona se la colocaron a Elvis-, su influjo en la escena norteamericana duró casi siete décadas. Setenta años en los que el pequeño Richard no dejó jamás de cantar “Tutti Frutti”. Pese a que la letra de la canción exalta el poderío heterosexual del cantante, músico y showman, el carisma de Little Richard puso al rojo vivo muchos termómetros; fue pionero del glam rock, jugó con la ambigüedad y la provocación y nunca dejó de reclamar su lugar en el Olimpo del rock and roll. Él se sentía como el número uno, y de eso, de la fiebre yanqui por el éxito es de lo que trata el documental de Lisa Cortes, un apasionado y abrumador testimonio por el que se pasean algunos de los más grandes músicos pop de la segunda mitad del siglo XX.
Armada con un arsenal de filmaciones que dan noticia del periplo vital de Little Richard, Cortes de beneficia con el hecho de que la biografía del rey en la sombra del rock and roll estuvo llena de sobresaltos.
No había cumplido los 16 años cuando salió de casa porque su homosexualidad era incompatible con la moral de su padre. Con él, con “Tutti Frutti”, empezó en 1955 un nuevo tiempo forjado con el cruce del blues, el rhythm and blues y el gospel. Era la señal de partida de una generación que no podía mirar hacia los fantasmas de la segunda guerra mundial, la guerra fría, la guerra de Corea y, poco después, el infierno de indochina y la guerra de Vietnam. De repente, lo joven no tuvo que bajar la cerviz ante los ancianos; para bien y para mal, las cosas habían cambiado. En buena medida gracias a un vendaval negro, homosexual y provocador. Lo tenía todo para no alcanzar el éxito, pero toda su vida proclamó que él era el verdadero número uno. Beatles y Stones le hicieron el pasillo de honor, Jackson y Prince sin él tal vez nunca hubieran existido, ni Hendrix, ni por supuesto, Elvis. Cortes muestra sus arrebatos, su tiempo de estudios teológicos, sus raptos emocionales, sus entrevistas incendiarias y, en especial, algunos fragmentos de sus actuaciones. Se centra en reivindicar un trono que, en realidad, nunca existe. El veneno de la cultura USA por subir arriba cuando nadie ignora que todo lo que asciende, cae.