Nuestra puntuación

3.0 out of 5.0 stars

Título Original: CASA EN FLAMES Dirección: Dani de la Orden Guion: Eduard Sola Intérpretes:  Emma Vilarasau, Enric Auquer, María Rodríguez, Alberto San Juan, Clara Segura, José Pérez Ocaña y Macarena García País: España.  2024   Duración:  105 minutos

Familia al desnudo

La casa como metáfora y metonimia de la familia; el hogar que se pierde cuando lo hogareño ya se ha perdido y/o el pasado que se resquebraja porque las ausencias pesan más que las presencias, ha alumbrado en los últimos tiempos algunos interesantes filmes de la cinematografía española. Tal vez porque el país vive en tiempo de melancolía y olvido, o quizá porque se ha impuesto la hora del crepúsculo del tiempo de la transición y la democracia, no es fortuito que lo que «Casa en llamas» desarrolla guarde estrecha relación con «La casa» de Álex Montoya o con «Los pequeños amores» de Celia Rico Clavellino, autora también de «Viaje al cuarto de una madre» (2018), película que  sabe de parecidas zozobras y contextos con la casa como pretexto.

Sin alcanzar la hondura poética sostenida con bridas de lo fantástico de «La hija eterna» de Joanna Hogg, el polifacético Dani de la Orden vuelve a dar una lección de oficio sin tentaciones autorales para desarrollar un melodrama amargo y negro. A veces se abisma hacia lo grotesco, pero casi siempre se sujeta en ese naturalismo costumbrista tan propio de eso que se (re)conoce como «cine español».

«Casa en llamas» despliega su argumento a partir de un encuentro precedido de un fallecimiento no declarado. Todo gira en torno a una madre cuyos hijos parecen haber desplegado su trayecto propio. La figura del ex-marido con nueva compañera y el reclamo de que se va a vender una casa familiar ubicada en Cadaqués, en la Costa Brava, un espacio privilegiado y con vistas al mar, ata y conduce esa reunificación que servirá para insinuar y mostrar el origen de las cicatrices emocionales que lucen sus principales intérpretes.

En el fondo, con un guión de sólida carpintería teatral, podría llevarse a un escenario sin apenas cambios, Dani de la Orden lleva al público por un tobogán emocional que insinúa vértigos pero que prefiere amagar para que el viaje no resulte ingrato. En un panorama industrial confuso, donde el cine que se produce, como la realidad política, se radicaliza entre el populismo y lo singular, «Casa en llamas» transita por un espacio que debería ser común pero que ahora resulta casi insólito. Sus cualidades de escritura se multiplican por la calidad de sus actores y la eficacia de su dirección. No necesita mucho más para tejer un fresco familiar que provoca inquietud ante el fracaso de un tiempo y una generación que no provoca la empatía de sus predecesores sino la tristeza de un futuro que se avecina yermo.

Deja una respuesta