Según el saber (y el reír) popular, cuando a uno le asaltan delirios de grandeza se cree «Napoleón». En los viejos chistes no había psiquiátrico que no tuviera al menos uno. ¿Pero por qué atrae tanto? Kubrick soñó con filmar su visión del pequeño Bonaparte, tuvo suerte y no lo consiguió.
Con la misma técnica y parecida estrategia con la que DK y Hugh Welchman rodaron «Loving Vincent», se ha forjado esta pieza bizarra de enorme belleza y dramático trasfondo basada en la novela homónima del premio Nobel W.S. Reymont.