Pietro Marcello (Caserta, 1976) dirige contra casi todo. Contra lo convencional, contra lo comercial, contra lo previsible. Incluso contra el sol. Por eso, a menudo, sus planos, los que dan sentido a “Scarlet”, se llenan de rostros envueltos en sombras de extremo contraste.

Todo en “El inocente” se sabe atravesado por el fingimiento y la afectación. El (in)verosímil determina el fundamento de lo que, más allá de la anécdota argumental que lo sustenta, constituye su identidad. Desde su primera secuencia, cuando vemos a Roschdy Zem, actor y director francés de origen marroquí, se huele que un velo de afectación enturbia nuestra percepción.