3.0 out of 5.0 stars

Título Original: BROKER  Dirección y guión: Hirokazu Kore-eda   Intérpretes:  Song Kang-ho, Gang Dong-won, Bae Doona, Lee Ji-Eun y Lee Joo-young País: Corea del Sur.  2022  Duración:  129 minutos

En busca del sentido fraterno

Da igual dónde y con quién ruede Hirokazu Kore-eda, (Tokio, 1962), el cineasta japonés más reconocido internacionalmente en estas últimas décadas. El anterior relato, ‘La verdad’ (2019), lo filmó en París, con Juliette Binoche, Catherine Deneuve y Ethan Hawke y pronto se supo que,  más allá de los guiños metafílmicos y del reconocimiento a la post-nouvelle vague, Kore-eda hablaba de lo que siempre se ocupa: de la familia, del desarraigo, de los afectos y la soledad.

Ahora, en ‘Broker’, se acerca a una cinematografía vecina, Corea del Sur. Lo hace acompañado por actores utilizados por Bong Joon-ho: Song Kang-ho (“Memories of murder”, “The host” y “Parásitos”) y Bae Doona (“Barking Dogs Never Bite” y “The host”). Con ellos transita por ese
campo minado que tanto le caracteriza; esa tierra quemada donde la fraternidad abjura de la llamada de la sangre y donde ser progenitor y engendrar puede ser cuestión muy diferente a la de querer y saber mantener a los hijos.

“Broker”  arranca con extrema humedad, como en el final de “Parásitos”, con una lluvia torrencial que amenaza con inundarlo todo. También, como en la oscarizada película de Bong Joon-ho, quienes cargan con el peso del relato pertenecen a esa gente corriente con
olor a metro que solo tiene tiempo para sobrevivir. Los principales personajes, dos pícaros “acharlotados”, una madre soltera, un chaval huérfano y un bebé, siempre custodiados por un par de mujeres policías y siempre con la sombra de fondo de unos mafiosos de poco fuste y presencia torpe, forman una familia atípica. Una suerte de “freaks” de buen corazón que, como las criaturas de Frank Capra, son “juan nadie” con el común denominador de que pertenecen a familias rotas. Hijos sin padres ni hogar, padres que no pueden serlo y madres solteras que huyen de un pasado ensangrentado.

En su inicio, se nos cuenta que los dos principales personajes masculinos forman una banda de vendedores de bebés. ¿Secuestradores de colmillo afilado y corazón negro? Pronto se nos da a conocer que recogen niños de los lugares de abandono y se aplican a la tarea de buscarles un hogar digno a cambio, eso sí, de una recompensa pero con la voluntad de que no crezcan en orfanatos lejos del amor y del calor familiar.

La legitimidad de sus acciones hace equilibrios extraños en la línea de sombra que separa la bonhomía del delito. Y conforme avanza “Broker”, esos intermediarios que en vez de comprar y vender valores financieros trafican con bebés, dan noticia que de que Kore-eda se mueve como un dinamitero dispuesto a volar todas las convenciones de género. El drama negro que parece en su arranque se destiñe a golpe de melodrama con mordiscos de comedia y cuento. La emoción pulveriza la lógica y la hipérbole deshace todo puente con el sentido común. “Broker” sorprende porque no respeta las reglas. Kore-eda, en su incursión coreana, se emborracha de exceso con la incontinencia sentimental que caracteriza al cine de Corea del Sur.

Si en su incursión francesa, Kore-eda afinó su brújula mirando el cine de Assayas; en esta parada y fonda en el país vecino, hace del ir y venir entre Seúl y Busan, un remedo del cine del ya citado Bong Joon-ho. Por ello, en muchos momentos la sombra de esa hibridación de tonalidades entre lo terrible y lo ridículo, se enfanga. Kore-eda no puede evitar hundirse en un patetismo que rompe la piel y deja los huesos a la vista. El autor de “Distance” apunta a “Memories of murder” con la fe y el deseo de que por las suturas se asome su modelo familiar desprovisto de la jerarquía del apellido. Pero Kore-eda no es Joon-ho, ni la acumulación de situaciones, ni la hibridación de géneros le sientan bien al cineasta japonés que, no olvidemos, creció sobre lo real. Kore-eda empezó como documentalista y “Nobody Knows” sigue siendo el norte que guía su estilo. Pero aquí se hace un pequeño y venial lío con tanta farsa y tanto sentimentalismo.

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