n lengua persa, la mantícora, esa criatura fantástica, cara de hombre, cuerpo de león, cola de escorpión, se denomina “merthykhuwar” o “martiora” y significa literalmente: «devorador de hombres». En los años 70, Emerson, Lake and Palmer, referencia sustancial del rock progresivo que fundía la música clásica con los nuevos instrumentos electrónicos, denominaron con su nombre el sello discográfico en el que editaron su obra más conceptual: “Tarkus”.
Aunque este “Pinocho” se reclama como perteneciente a Guillermo del Toro, y por más que sean evidentes que en él crecen los estilemas del director de “El laberinto del fauno”, el maravilloso filme inspirado en el personaje de Carlo Collodi se sabe, como toda buena obra de animación, fruto de un gran esfuerzo colectivo.
El último filme de Santiago Mitre, coescrito con su colaborador habitual, Mariano Llinás, rinde homenaje al tema instrumental compuesto en 1952 por Sidney Bechet, “Petite fleur”. El mismo año que Bechet murió, 1959, Fernand Bonifay y Mario Bua escribieron, para esa canción, un poema de desolación y desamor con el que definitivamente convirtieron la pieza en un tema clásico, o sea sin fecha de caducidad.