Más de tres lustros separan “Clases particulares” y “Lo importante”, los primeros cortos de Alauda Ruiz de Azúa (1978), de “Cinco lobitos”, su primer largometraje, ganador -entre otros premios-, de la Biznaga de Oro a la mejor película del festival de Málaga 2022. Dicho de otro modo, la vida cinematográfica de esta directora de Barakaldo no ha sido ni sencilla, ni regalada.
Nadie como los británicos para convertir en oro sus excrementos. Tanto y tan arteramente reescriben la historia que figuras como Enrique VIII o Winston Churchill, que probablemente no podrían -o no deberían- salir a la calle de vivir hoy, se han convertido en leyenda y objeto de veneración. La historia que aquí se cuenta ya había sido llevada al cine en 1956, “El hombre que nunca existió”.
Graham Moore tiene 40 años, proviene de alta cuna, su madre fue jefa de gabinete de Michelle Obama, y cuando todavía no había cumplido los treinta su novela debut, “El hombre que mató a Sherlock Holmes”, se convirtió en el best seller de moda.
Engendrada para batir récords (de taquilla), “Doctor Strange en el multiverso de la locura” no escatima -aunque ande pobre de coherencia y sentido-, medios, ruidos y efectos especiales. Incluso ha “fichado” a un veterano de sangre ruso-húngara, Sam Raimi.
Herido y magullado, Mickey, el protagonista de “Red Rocket” empieza este relato con un gesto que evoca el retorno del hijo pródigo. En él, se percibe la decadencia del marido ¿arrepentido? Vuelve a casa tras conocer la amargura de la derrota y el ocaso.
De no ser porque se estrena ahora, se diría que la prosa que forja este relato pertenece a otro tiempo; a la edad dorada en la que reinaban colosos como Fellini, Tarkovski, Visconti, Antonioni, Bergman, Fassbinder, Herzog… Gente seria que hacía cine adulto “para gente que piensa”.
Stéphane Brizé pertenece al cada vez más reducido -probablemente en vías de extinción- grupo de cineastas que practican un discurso adulto. En ese lenguaje sin lengua que es el cine, al decir de Christian Metz, resulta extraordinario encontrar narradores que no tratan de vender ningún producto.
Ciento sesenta páginas, la novela revelación francesa de 2016, preceden lo que aquí se cocina. Su autor, el novelista Olivier Bourdeaut, Nantes, 1980; debutó hace seis años con esta obra inspirada en las sombras de Scott Fitzgerald y su mujer Zelda.
Benito Olmo, escritor gaditano, adscrito al pujante renacer de la novela negra que por doquier nos asalta, presentó “La maniobra de la tortuga” en 2016. Dos años antes, Alberto Rodríguez había conseguido uno de sus mejores trabajos con “La isla mínima” en donde dos policías del departamento de homicidios de Madrid son desplazados a las marismas del Guadalquivir para enfrentarse al horror del “rey amarillo de sabor rural y acento gaditano”.
“Alcarrás”, como “Verano 1993”, filme que sirvió para presentar y consolidar la figura de su directora, Carla Simón, habla de personas cercanas, de gente corriente; filma lo familiar y observa lo de casa. Sus moradores pertenecen a la esfera de lo íntimo y personal. A la de quienes no mastican relatos con caligrafía de alcurnia y pretensión.