Manuel Martín Cuenca cultiva evidentes virtudes y con ellas ha conformado un singular y reconocible verbo cinematográfico. Sin embargo, por diferentes razones, su figura y su obra no ocupa el lugar del escaparate que merece orillado por nombres de menor interés pero de mejores envoltorios.
Probablemente habrá miradas que juzguen este filme como una ocurrencia disparatada y altisonante; un gesto nostálgico de vocación gore y pretensiones de autor, que se complace en resucitar ciertas prácticas del cine de terror proveniente de los años 60.
Daniel Brühl, como Javier Bardem o Gael García Bernal, se ha convertido en uno de esos actores emblemáticos de su país de origen al que siempre que se proyecta una superproducción con un reparto coral tipo UNESCO, se les incluye en el reparto. Inevitablemente se cuenta con el(los) para sostener esos desvaríos con sed de globalidad y avidez de ingresos multimillonarios.