Todo en este documental ha sido barnizado con el veneno de lo paradójico. Lo paradójico serpentea y comparte naturaleza con lo contradictorio, lo sorprendente, lo exagerado, lo absurdo y también lo disparatado. Todo eso late en la mirada lúcidamente extraviada de Shane MacGowan.
Con mucha más discreción pero con parecido peaje, “Natura Bizia” ha sido concebida como “Libertad” de Enrique Urbizu. Esto es, con doble versión; de un lado como largometraje para concurrir a las salas de cine y por el otro, como serie, en este caso en forma de 8 capítulos, que será emitida por ETB.
La realidad del siglo XXI se ha empeñado en mostrarse tan patética, tan ridícula, tan estúpida que se comprende por qué Johannes Naber se ha dejado llevar por el histrionismo y la exageración a la hora de adentrarse en la red de falsedades que legitimaron la invasión de Irak.
Entre sus muchos premios recibidos, a “Otra ronda” también le hubiera correspondido el de la Concha de Oro del Zinemaldia de no haber concurrido el espinoso relato de Dea Kulumbegashvili, “Beginning” y de no mediar un jurado que decidió ratificarse en su arriesgada decisión multipremiando a Kulumbegashvili como si al hacerlo así legitimase más y mejor su decisión.
Juan Cavestany, codirector junto a Enrique López Lavigne de “El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo” (2004); carga como un nazareno sin respiro con el hecho de que aquel primer largometraje sigue siendo su mayor éxito de público.
La solidez de “El horizonte” devuelve la satisfacción de enfrentarse a textos bien escritos. De hecho, importa relativamente lo que cuenta, el shock emocional que sufre un joven adolescente cuando, a punto de descubrir su sexualidad, debe asumir que su madre mantiene relaciones lésbicas con una amiga con la que se intercambia libros.