Entre sus muchos premios recibidos, a “Otra ronda” también le hubiera correspondido el de la Concha de Oro del Zinemaldia de no haber concurrido el espinoso relato de Dea Kulumbegashvili, “Beginning” y de no mediar un jurado que decidió ratificarse en su arriesgada decisión multipremiando a Kulumbegashvili como si al hacerlo así legitimase más y mejor su decisión.

La solidez de “El horizonte” devuelve la satisfacción de enfrentarse a textos bien escritos. De hecho, importa relativamente lo que cuenta, el shock emocional que sufre un joven adolescente cuando, a punto de descubrir su sexualidad, debe asumir que su madre mantiene relaciones lésbicas con una amiga con la que se intercambia libros.