Hace veinte años, François Girard, guionista y director franco-canadiense, (Quebec, 1963), empezó a ser reconocido mundialmente gracias al éxito de “El violín rojo” (1998). Dos décadas más tarde, se hace evidente que este realizador encuentra su zona de confort allí donde la música impone su presencia; allí donde el sonido establece la ley.

Todo se desarrolla en un parque; paseo arriba, paseo abajo. En él, el guion se ocupa de tres hipotéticas amigas construidas con eso que se denomina carpintería teatral de alto oficio y bajo riesgo. O sea, las tres mujeres protagonistas asumen tres roles muy diferenciados para que sirvan de muestrario y reflejo.

El mayor enemigo de Pixar es el propio Pixar. El baremo por el que se medirá a “Onward” hay que buscarlo en precedentes como “Up” y “Buscando a Nemo”. Y ese luchar contra sí mismo, lastra la capacidad de sorprender de la compañía, pese a que (casi) siempre garantice una calidad media más que notable.

Con aspecto de buen chico y con poco más de 50 años -nació en un pequeño pueblo del sur de Inglaterra el 10 de septiembre de 1968-​, Guy Ritchie ha perfeccionado un estilo de cine “british” con tanta denominación de origen como la vieja fórmula de la comedia Ealing o las pelis del agente 007. El que se diera a conocer por un matrimonio tumultuoso con Madonna, aparece ahora como las cabeza visible de una manera de hacer cine popular a la que parece sonreírle más el éxito y el público que la crítica.

Antes de hacerse cine, “El plan” surgió como obra teatral. Se representaba en Madrid pues Madrid, el Madrid de currelas en paro, olor a fritanga y cañas y tapas, era el origen y escenario de sus tres protagonistas. El boca a oreja se encargó de popularizar un trabajo que no se podía ver en ningún teatro con escenario a la italiana y patio de butacas.

Si en lugar de 132 minutos, “Queen & Slim” se hubiera quedado en 80, tal vez estaríamos ante la road movie ejemplar de la década. Si en lugar de perderse en aventuras y situaciones absurdas, que buscan sorprender e impactar, hubiera atendido a lo esencial y hubiese profundizado en las aristas, diferencias y aceptamientos de sus dos principales personajes, sería el “Dos en la carretera” del siglo XXI.

En la pieza más emblemática de Stanley Kubrick, “2001. Una odisea espacial’, habita una elipsis antológica. Uno de esos saltos temporales que ha hecho del cine una de las expresiones artísticas más definitorias de lo que fue el siglo XX. En ella, unos primates lanzaban un hueso, convertido en arma defensiva, hacia el cielo para en el plano siguiente mostrar una nave espacial.

“El gallo es valiente y fuerte” repite una monitora gubernamental que trata de iniciar a un grupo de inmigrantes en la ciudadanía francesa. “El gallo es francés”, mascullan los integrantes del grupo mientras, uno a uno, son invitados a escenificar teatralizando el contenido de “La Marsellesa”.