Cuando resuenan los clarines del último tercio, cuando Norman ya ha desplegado su discurso y sabemos que los cartuchos se le terminan, Joseph Cedar, director y guionista de “El hombre que lo conseguía todo”, imagina una situación que evoca el ¡Viva Zapata! (1952) de Elia Kazan.
American pastoral (1997) es la primera obra de una trilogía contemporánea ya convertida en clásica. Con ella, su autor ganó el Pulitzer de ese año. Posteriormente la premiada novela conformó junto a Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000) un desolador fresco sobre el desmoronamiento del gran mito de la América de las libertades.
En su traducción al español, este filme de presupuesto flaco y alcance largo, ha mutado el sentido de su título. De “Sal” o cualquier otro sinónimo que implique el “consejo” imperativo de huir; se ha pasado a “Déjame salir”. Es decir, se produce un giro sustancial que va de la orden al ruego, del mando al por favor, del aviso de un observador activo a la súplica de un atrapado apesadumbrado.