Fantasías, terrores y temores
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Título Original: IL RACCONTO DEI RACCONTI  Dirección: Matteo Garrone  Guión: Matteo Garrone, Edoardo Albinati, Ugo Chiti y Massimo Gaudioso (Libro: Giambattista Basile)  Intérpretes: Salma Hayek, Vincent Cassel, Toby Jones y  John C. Reilly País: Italia. 2015  Duración:  125 minutos ESTRENO: Diciembre 2015
Si en lugar de firmar con su nombre, Matteo Garrone se hubiera escondido detrás de un pseudónimo, resultaría difícil llegar a la conclusión de que El cuento de los cuentos ha sido movido por las mismas manos que dirigieron Gomorra (2008) y Reality (2012). Eso si se atiende solo a las referencias formales, a lo evidente. Porque, superada la exuberante orgía al estilo Fellini que parece reinar en los escenarios de El cuento de los cuentos, se comprende que hay mucho más de lo que parece de un Garrone que, por otra parte, siempre ha mostrado una gran capacidad de jugar con los géneros, tonos y medios.
Si bien es verdad que Fellini alumbra algunas de las composiciones de esos tres cuentos con los que se teje este recorrido por un mundo de fantasía y muerte, también es cierto que no se puede obviar en su estructura lo que Pasolini levantó con su trilogía de la vida, una libre y gozosa exaltación en relatos arquetípicos como Los Cuentos de Canterbury, Las mil y una noches y El decamerón.
Aquí como allí, se habla de una realidad de fábula para pellizcar el presente. Bajo el perfume del exotismo y lo imposible, en este cuento de hermanas y hermanos, de reyes y brujas, de princesas y ogros, Garrone se complace en retorcer las convenciones de los cuentos más tradicionales. De hecho, Giambattista Basile, el novelista del que Garrone toma prestado estos relatos, siguió el libro de Boccaccio para formular sus aventuras en El cuento de los cuentos. La principal sensación que emite Garrone, que en su cine anterior no hacía ascos a lo hiperbólico, se apunta al exceso. Todo es desmesurado, radical y sugerente, incluso en sus desvaríos. Puede que sobren minutos pero no habría acuerdo en saber dónde restar. Porque bajo la apariencia de lo homogéneo, en este filme subsisten y se abrazan tonos e intenciones casi antagónicos. Garrone concibe una suerte de madre de todos los cuentos. Un relato poliédrico, lleno de ecos y reverberaciones, un fascinante universo que requiere muchas líneas de análisis para agotarlo. Un cuento triste, paradójico y sorprendente como lo son sus anteriores filmes sobre la telebasura y los mafiosos.
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